Se cumplen cuatro meses, más o menos, desde que empecé a dedicar (algo de) tiempo a preparar contenido para YouTube. Digo algo, sin modestia: algo no es poco, pero hay una parte que la atribuyo a los aprendizajes (cómo hablar a la cámara, cómo cortar y editar un vídeo, cómo subirlo a la plataforma, si me apuras).
Los resultados son… sorprendentes.
Y es que los últimos 28 días acumulan 15.000 visitas y 1.000 horas de visualización. Hay que cogerlo con pinzas, claro. Para empezar, no estoy creando contenido generalista, aunque tampoco muy enfocado a ciertas búsquedas. Estoy… disfrutando del viaje. Y seguro que viene alguien, y suelta un «ni que fueras ElRubius». Pos-bueno, pos-fale. No lo soy, no, pero te vengo a hablar de mi experiencia.
El salto (obligado) hacia las redes sociales
El porqué de este experimento me da un poco de vergüenza, pero me dejo de tonterías. Verás, llevo creando contenidos… No, espera. Mejor. Verás… soy tan cabezón, pero tan cabezón, que te puedo tirar las paredes de un piso con la frente. Y, ahora sí. Llevo mucho, mucho tiempo creando contenidos en múltiples formatos. Y me ha costado mucho, más de lo que esperaba, entender que mantenerse (únicamente) en un medio que naufraga no tiene sentido.
Hablo de los blogs.
Seguimos (por ahora, espérate a ChatGTP y los nuevos buscadores) necesitando webs, y mensajes, y noticias. Hay trabajos que no se van a perder (branding, contenido, marca…), ni hoy ni mañana; otros que no cambian a la misma velocidad que los de al lado. Y hay sectores y sectores, también. Ya sabes que yo escribo en Coco y Maya, e igual que otros blogs y diarios, van a seguir teniendo espacio en la red. Pero el blog personal, es otra historia. Incluso el blog especialista, como el que mantengo yo en Dog Ventura sobre educación canina, o aquí mismo. No es lo mismo contratar un seguro que aprender sobre perros, mostrar tu trabajo como ilustradora que vender cursos de bitcoin: lo que sea.
El problema que nos toca enfrentar hoy, como pequeñas marcas (o buscadores del autoempleo), es que la proyección que te dan las redes sociales, no te da la nadie. Pero —y ni puñetera idea tengo de póker, ¡ojo!— jugárselo todo a una mano, no parece muy sensato… Si no das el salto y diversificas, corres el peligro de encerrarte demasiado en el área, y ahí no ganas. Por el contrario, si lo echas todo a las redes, puede pasarte como al youtuber Alvinsch, a quien hace unos días le robaron todo lo que tenían en casa. Lo analizaba el también youtuber Jaime Altozano, porque, del contenido, siempre sale más contenido.
Lo dijo Rafiki, el mono de El Rey León
Más allá de la desgracia (lo siento mucho por él), demuestra el peligro de jugárselo todo a una mano. Sobre todo, si juegas de prestado, como se nos olvida cuando estamos subiendo cosas a Instagram, Tiktok o YouTube. Los abueletes tenían una expresión para eso: pan para hoy, y hambre para mañana.
No tiene por qué, pero puede ocurrir.
A medida que se ha incrementado el número de creadores de contenido (que sigue siendo un porcentaje bajísimo frente al de los consumidores), cada vez es más difícil vivir de las redes sociales. Suele ocurrir: los pioneros, se arriesgan más, consolidan antes sus victorias y, en el medio plazo, la época dorada toca a su fin. Se alargaría demasiado el artículo si tengo que hablar de los problemas de segmentar sin cabeza, generar contenido multicanal o cómo las IAs le pegarán un buen meneo a todo esto.
Lo resumo, pues, en que no la caguéis lieis, como hice yo, no os obcequéis en seguir dando cabezazos en el mismo lugar. Hay un momento en el que hay que coger, dejar el pico y la pala (la cabeza, en mi caso) e irse a tomar algo y a planificar tu próximo movimiento. Una cosa es ser perseverante y otra tonto del…. iluso. También es importante valorar la proyección, y cómo encaja contigo. A mí no me vais a ver el pelo en TikTok, por ejemplo, y no pasa nada por decirle que «no» a ciertas oportunidades. En YouTube, en cambio, cada vez que subo un vídeo, me doy cuenta de todo el tiempo que podía haber aprovechado, pero ese no es el camino: el camino es aprender del pasado, centrarse en el presente y ver dónde nos lleva esto. Lo dijo Rafiki, el mono de El rey león.
¡Ah! Y una pequeña anotación sobre las IAs. Como siempre, la gente se ha centrado en lo que todavía no pueden hacer, pero no en lo que puede venir, y vendrá. Tocará subirse a la ola, ahora o el mes que viene. O, por lo menos, dejar que nos explote en la cara, pero con conocimiento de causa, que no se diga.
Imagen: Atomic Heart, que pega bastante.
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