Hace varios meses que leo (u oigo) quejas por todas partes. El tema es el siguiente: media humanidad está creando contenido que nadie lee, escucha o visualiza; la otra media, consigue algo de impacto en ¿sus? interlocutores (¿seguro que son los receptores que están buscando?) y una tercera parte, muy pequeñita, se reparte casi todo el pastel. Y el pastel es grande, de eso no hay duda.

El agobio de las redes™.

Esto ha generado tres dinámicas complejas. La primera, es que la gente ha empezado a crear, y crear, y utilizar inteligencias artificiales, y llenar las redes sociales de ruido. Tienes redactores y periodistas que se recuestan en ChatGPT hasta para escribir los titulares (me salía la palabra repenjar-se, que en catalán significa algo entre acostarse, sostenerse y repanchingarse), y otros miles de perfiles en esa delgada línea entre facilitarse la vida (como los estudiantes que la pifian, a menudo, con la IA generativa) y autoexplotarse a muerte, porque todo funciona cada vez menos, y menos.

A excepción de Facebook, que está muertísimo (no todos piensan así), da igual que sea de Meta (Instagram, Threads), de Google (YouTube) o de Elon Musk, como Twitter (yo reniego de llamar a eso X, la verdad). Este punto genera dos catástrofes complementarias: cada vez es más difícil encontrar contenido de calidad; todo el mundo intenta rascar éxito del viral de turno.

Así, las redes se empobrecen en el anhelo de que nos guiñe el ojo el algoritmo, a menudo, sin un resultado real ni remotamente cercano al que nos gustaría. Es normal, capitalismo de primer nivel, baby: mucha oferta, no tanta demanda. Pero ¿debería sorprendernos? También lo ha hecho la prensa, al límite del clickbait, para contentar a su propio dios: Google Discover.

La segunda es que nos hemos creído que hay una conexión eficiente entre el mundo real (donde comes, vives y, en la mayoría de los casos, tienes tu empleo) y las redes sociales… para trabajar. Cada vez cuesta más tragarse esto, cuando entras en LinkedIn y ves que nadie encuentra oportunidades ahí ya; o subes reels, tiktoks y shorts obteniendo, en el mejor de los casos, un alcance residual, y ni tan siquiera leads fríos que lleguen a tu web.

Trabajo redes sociales

Respuesta de una publicación en LinkedIn sobre el tema principal mencionado en este artículo.

En este punto, puedes creer que es una opinión sesgada, que lo es, pero también es la norma para el 99 % de los usuarios. Y si es así para una amplia mayoría, deja de tener aquella funcionalidad que tuvo, y se convierte en una suerte de medios tradicionales controlados por multinacionales. En fin, una televisión 2.0.

La tercera es la más preocupante. Y es que ¿cómo salimos de ahí? Diríase que, con valentía, y sin mirar atrás, pero es más rocambolesco de lo que puede parecer. Muchos profesionales han empezado a señalar que sería necesario cribar y centrarse en crear contenido de calidad, pero las redes (el algoritmo) promueven todo lo contrario: algo rápido, impactante, que te salve la vida o te vuele la cabeza.

Ciertos multimillonarios ya se han quitado las máscaras y ni tan siquiera importa si lo que se comparte es cierto o no (Meta, igual que hizo Twitter, ha eliminado los verificadores de contenido: enero de 2025). ¿Y ahora qué hacemos?

Para entender la magnitud del problema, os voy a enseñar las estadísticas de dos vídeos cualquiera, de dos canales cualquiera (uno, de videojuegos; el otro, de educación canina). Veréis claramente que no importa (tanto como se presupone) el CTR, ni el tiempo de visualización, ni las interacciones… Importa más que generes de forma constante, y que (¡pobre de ti, si no lo haces!) mantengas el engagement.

Vídeo sobre perros cuya duración total es de 9 minutos.

Vídeo sobre perros cuya duración total es de 9 minutos.

¿Por qué no se han mostrado estos vídeos que te enseño? Yo te lo digo: porque en uno de ellos (la vida da para lo que da: también la laboral) tardé varios meses en subir un vídeo; mientras, en el otro (de forma intencional) subí un vídeo que sabía que no tendría tanto alcance ni mantendría a los espectadores ligados.

Le dije a ChatGPT que se inspirase en Saturno devorando a su hijo. La ola de Kanagawa, no sé qué pinta.

Le dije a ChatGPT que se inspirase en Saturno devorando a su hijo. La ola de Kanagawa, no sé qué pinta.

Los vídeos están editados, el sonido es bueno, las explicaciones son claras, los temas tienen su público… Pero todo eso ya se da por sentado. Eso es lo mínimo ya. Necesitas mucho, mucho más para contentar al Algoritmo. Y el Algoritmo juega contigo a golpe de reforzamiento intermitente (hazme caso aquí: sé de lo que te hablo).

Estadísticas de un vídeo de YouTube de mi canal de videojuegos en el que hablo de lore de Disco Elysium, juego de culto ¡y no pienso discutir esto!

Estadísticas de un vídeo de YouTube de mi canal de videojuegos en el que hablo de lore de Disco Elysium, juego de culto ¡y no pienso discutir esto!

En Instagram, he hecho el mismo ejercicio: durante meses, por mi perfil como educador canino profesional, subí contenido variado, observando cómo cualquier tip o análisis de más de 30 segundos era azotado, sin piedad, por el algoritmo; dejé ese contenido para stories, e Instagram me lo dejó bien clarito:

—Nada de stories largas tampoco, chaval.

—Pero, ¿por qué?

—Porque sí. Y para que lo entiendas… ¿Tienes alrededor de 10k seguidores, eh? Se lo vamos a enseñar… a 50 personas. Y ahora, ¡pon fotos de perros haciendo payasadas! ¡Y baila! ¡BAILA!

Por curiosidad, probé a modificar el tipo de contenido; vamos, crear vídeos propio de “rectuber” (las típicas reacciones o análisis simplistas) y a subir vídeos de perritos haciendo capull*****.

Estadísticas del reel con más reproducciones de mi canal de Instagram. Como es de imaginar, es un vídeo reaccionando a una situación curiosa entre una chica y un mastín. La mayoría del contenido sobre educación canina de los últimos 2–3 años mantiene un enfoque similar.

Estadísticas del reel con más reproducciones de mi canal de Instagram. Como es de imaginar, es un vídeo reaccionando a una situación curiosa entre una chica y un mastín. La mayoría del contenido sobre educación canina de los últimos 2–3 años mantiene un enfoque similar.

¿Qué ocurrió? Bum. Las estadísticas aumentan, y aumentan, pese a que el algoritmo sabe que voy a volver a las andadas y no se fía demasiado (creo). Y por volver a las andadas, me refiero a subir algo que pueda tener mayor trascendencia que los 3 segundos de risas o la sorpresa inmediata que, en un pispás, se desvanece.

La realidad es que las redes sociales, todas, están reservadas para los jump scares (los sustos típicos de película de miedo que no te esperas) y cualquier otra cosa, no le hace ni fu ni fa.

Por descontado, hay gente que se lo curra a tope, sabe mantenerse entre estas dos(cientas) aguas y sigue teniendo éxito; y gente que ya tenía éxito y mantiene La Gracia del Algoritmo; otros muchos, sobre todo a partir de 2020, cayeron del Olimpo de las redes sociales al foso más cerdo de los cientos o miles de reproducciones, y no hay ducha que les haga sentirse un poquito mejor aún. La droga, es lo que tiene.

Mi opinión personal es que aquí hay una burbuja del copón, que se ha mantenido y mantenido y que nadie quiere que explote. Podría alargar esta entrada hablando de cómo GoogleAds (otro buen melón) va a ser, con toda probabilidad, más eficiente que crear contenido con el que vas a generar movimiento e imagen de marca, sí, pero con una dedicación de horas que te daría miedo calcular.

Esta me ha parecido bien cuqui, pero ya no os pongo más. Palabrita.

Esta me ha parecido bien cuqui, pero ya no os pongo más. Palabrita.

Y llevamos una buena venda en los ojos, pero igual debe pasar con la búsqueda de empleo en LinkedIn (comentando gilip***** y creando carruseles), los vídeos de YouTube para promocionar tu curso de la monserga que sea o el Instagram profesional (que encima, estoy seguro de que te limitan para que inviertas en publicidad: sin pruebas, pero también sin dudas).

Y qué hacemos. Pues ni puñetera idea. En esta tesitura, estamos muchos. Te puedo decir lo que he hecho yo: escoger, limitar, segmentar, asumir y concentrar esfuerzos. Yo me guardé YouTube, porque me gusta guionizar y editar vídeos, e Instagram, porque tengo una comunidad grande, y mandé a pastar fang, como decimos los catalanes, a Twitter (y, de paso, a Elon Musk), LinkedIn y el resto de redes. Quizá, tú tengas que decidir lo contrario, o buscar una alternativa a todo lo anterior.

La realidad es que la era dorada de las redes, igual que le ocurrió al blog personal, llegará a su fin. Quizá, ya está llegando. ¿Qué viene luego? Es probable que lo veamos pronto, y no sé si nos va a gustar a todos…

P.S.: La entrada original, la subí a Medium. En estos momentos, estoy en varios proyectos de creación y curación de contenido, como Pymes y Autónomos, El blog salmón, InfoCERgatos y otros. Y ando en búsqueda activa para cerrar proyectos para 2025.