Empiezo dejando clara mi postura: sí, hay demasiado ruido en redes. (Ahora, a ver cómo lo arreglamos…)
En esta época, la generación de contenido se ha vuelto tan absurda como indispensable para las marcas. Si no estás generando contenido, no existes.
Parece exagerado, pero es así:
- La gente revisa las reseñas en Google, para ver qué opinan otros
- Busca tu contenido en YouTube, para confirmar ideas
- Espera que tengas lead magnets preparados para convencerles
Sin embargo, aquí hay un dilema importante: todo dios está creando contenido a gran velocidad (por lo menos, todos aquellos que quieren monetizarlo de una u otra forma), lo que genera un volumen de ruido brutal en el panorama digital. A más oferta (de creadores), la capacidad de impactar en los receptores se reduce, de forma drástica. Y digo más: la reducen, porque YouTube, o Instagram, o Google, quieren que trabajes para el algoritmo.
El algoritmo, tu jefe
Hace unos días, Jaime Altozano y TER subían un vídeo explicando su ruptura, y él mencionaba: «Cuando tu jefe, el algoritmo, se pregunta si está todo bien en casa…»
Te doy un par de datos más. En Homo deus, de Harari (a veces, un poco ida de olla capitalista y transhumanismo reduccionista, pero lee o escucha a Braidotti para contrarrestar y concebir otras opciones de futuro, y ya está), se habla sobre el concepto de dataísmo. El dataísmo propone que los datos y los algoritmos son los principales motores del progreso: el ser humano es un medio para esto, no un fin. Según esta visión, los datos pueden proporcionar insights y respuestas a problemas complejos que podrían escapar a la comprensión humana.
De algún modo, esta idea parece ir en contra de la saturación de contenido digital. Cuanto más contenido, ¿no se hace más difícil crear las conexiones necesarias entre los datos? Los dataístas dirán que no: que ya están ahí, igual que los patrones, esperando a ser descubiertos. (Son más adeptos como los tecnosacerdotes de Omnissiah en Warhammer 40k, los tíos.)
Retomanding. Como creador de contenido, te enfrentas a varias cuestiones: ¿vale la pena lanzarse con tantísima gente generando contenido? Vaynerchuk, Patel, etcétera, defienden focalizarse en crear contenido relevante y de calidad: calidad, no cantidad. Sin embargo, el algoritmo te empuja a lo contrario (se castiga la poca participación, se premia la constancia: LinkedIn, Instagram, Tiktok, todo).
Hay diferencias, por supuesto, YouTube por ejemplo, prefiere contenido viral o que genere visitas constantes: y «te castiga», si ignoras esto, con menor alcance.
Hagas lo que hagas, la casa siempre gana
Dilema guapo, ¿verdad? ¿Seguimos creando para beneficiarnos del algoritmo o limitamos el tiempo de dedicación? Y, si limitamos, ¿buscamos otras vías de negocio fuera de redes u otros caminos (newslettering, por ejemplo)? Las redes han optado por el modelo «Casino«, hagas lo que hagas, la casa siempre gana, y siguen beneficiándose del flujo.
Y hay dos claros perdedores:
- los que no saben qué están haciendo ni por qué,
- y los que han llegado tarde a la fiesta, y no cuentan con la relevancia de los primeros (e incluso, entre ellos, hay marcas e influencers que no se han adaptado, y que el algoritmo ha sacrificado o condenado al ostracismo).
El desafío para los creadores de contenido es encontrar el equilibrio entre la cantidad y la calidad. ¿Hay demasiado ruido en redes? Es evidente (¡ya lo dije arriba!), pero ahora focalicémonos en repensar estrategias y encontrar formas de destacar en un mundo saturado de información.
Otro día hablamos sobre cómo la sobreinformación parece estar haciéndonos perder el interés a pasos agigantados…