Me he dado cuenta que LinkedIn, a mí, un poco plin. (Como el que duerme en Picolín: ¿os acordáis?, pues sois tan viejos como yo, por lo menos.) O sea, que veo la utilidad de la red de networking, la relevancia, la posible proyección para equis perfiles profesionales, pero… que no encaja conmigo.

Y lo sé porque me he liado con Tiktok, y bien (volvió a llamar, a la mañana siguiente: perdón por el chiste malo); me he puesto las pilas (varias veces) en Instagram, y también bien: esfuerzo-recompensa, fetén diría. YouTube, lo tengo dominao’, y me da bastantes alegrías.

A todo esto, llevo días dándole vueltas.

LinkedIn (análisis 2024)

«No se llega a todas partes. Si sabes eso, ya sabes mucho»

En un pequeño funnel (embudo) que he automatizado con e-mails en jruiz.es, titulé uno: «No se llega a todas partes. Si sabes eso, ya sabes mucho», y estoy convencido.

¿Te envío contenido muy animal? Sin spam. 😉

Ahí hablaba, sobre todo (si tienes curiosidad, hay una lista de correo activo en la web y el blog) de que las audiencias están cambiando los hábitos, y los creadores de contenido tienen obligaciones similares.

Si vendes, tienes que vender donde esté el cliente, o hacer que llegue hasta ti, por lo menos. No te comportas en el vacío, nos decían en Psicología del aprendizaje, y tampoco vendes en el vacío.

No obstante, en las redes sociales, esto nos confronta con intentar llegar a todas partes o creer que todos los espacios son para nosotros.

Nada más lejos de la realidad.

Diría que es imprescindible sentirse cómodo allí donde estás creando y compartiendo contenido (en redes sociales, y en el despacho, y en la oficina).

No te hablo de crear lo que quieras, espero que se entienda (esa es otra historia: toca crear lo que necesita tu perfil objetivo, faltaría más), sino de trabajar con cosas y (en) lugares que encajen contigo.

Vamos, que esto no va tanto de la actividad como del mensaje.

(Bueno, de la actividad un poco, también.)

No se trata de «un creaaaaaaar o nooooo creaaaaaaaaaar, he ahí la cuestión» shakesperiano, sino de encontrar espacios que encajen con tu perfil.

(Ahora desarrollo esto un poco más.)

Después, entrarán en juego mil variables que escapan a nuestro control: por ejemplo, quizá te das cuenta de que no quieres 500k seguidores en Tiktok, si no puedes sacarlos de ahí y no vives del branding; o que dedicar horas y horas a redes sin una estrategia de lead nurturing detrás es una gilip***… tontería, etcétera, etcétera.

‘Reductio ad absurdum’

La mayoría de las redes llevan años simplificando los formatos. Hay de todo, pero los posts de autosuperación, los vídeos repetidos hasta en la sopa y los carruseles con resúmenes con ChatGPT copan mi timeline en LinkedIn (no sé si también la vuestra).

Cada equis, se escapan actualizaciones chulas de alguien también.

No ocurre solo en LinkedIn, el auge de Tiktok «obligó» a YouTube (shorts) e Instagram (reels) a pelear una parte del pastel: un espacio que, poco antes estaba vacío.

En general, los contenidos son más cortos, más de nicho, más breves, más visuales.

Casi nadie está tan loco para lanzar parrafadas fuera de una newsletter (y quizá ahí, a menudo, también se penaliza). El SEO se ha ido limitando y diversificando (en canales), con públicos más segmentados, un target objetivo más rígido y unos objetivos re-vi-sa-di-tos, a tope.

Está bien, en parte, es como tiene que ser.

Sabíamos que las cosas iban a avanzar por este camino.

A mí me rechinan dos cosas. Untarles la tostada, no me supone un gran problema: siempre que sea en plan quid pro quo, y entiendas que no puedes poner toda la carne en el asador (qué fea esa expresión, no me gusta). Por el contrario, adaptar la actividad, bueno, te lo compro a medias; lo del mensaje, ya me fastidia más.

¿Y por qué?

linkedin-vender-analisis

¿Solo nos queda vender?

Te pongo un ejemplo en Instagram, donde estoy más presente con varias cuentas pero, principalmente, con la de educación canina. Creo que podría plantear una estrategia con grandes resultados en 30 o 60 días, pero tengo un problema.

Me da bastante miedo traicionarme a mí mismo.

Vale, ahora es cuando te descojonas, pero deja que te explique.

Primero, sacrificamos a los blogs, que no pretendían divulgar como un paper académico, pero podían incluir información relevante y una mínima exigencia hacia el lector; después, con YouTube, que al inicio no requería 10 ganchos en los primeros 30 segundos o Instagram, donde, antes de los reels, funcionaban también otros tipos de contenido…

Los tiempos están cambiando, sin remisión…

Pero Instagram no era ninguna panacea. Fíjate que su revolución fue el paso hacia un formato visual, que creció de la mano de stories e influencers, y Meta acabó haciendo popurrí y cavando trincheras: unas intentando competir con Tiktok, otras ganando terreno frente a Twitter o Mastodon… Hoy, solo es un Tiktok (reels) con stories.

La información se va reduciendo. Resumiendo. Mutó del mensaje escrito a la voz, del texto a la imagen. Y hay mensajes que reducirlos implica una notable simplificación en el proceso.

¡Pero te lo sigo comprando! Los tiempos cambian.

Sin embargo, ahora ya no aguantas 5 segundos de vídeo. Hay demasiado contenido (otro melón, que aquí no abro) y dedicas menos tiempo de atención. Por lo tanto, te das de morros con esa dicotomía de mentir a tus seguidores o perder proyección.

Lo mismito que ocurre con usar esos mensajes controvertidos y polémicos porque sabemos que funcionan, que generan reacciones, y alcance, y viralización incluso (ciertos partidos políticos lo saben muy bien, por cierto).

¿Y qué pasa con LinkedIn?

En el caso de LinkedIn, se me juntan varias cosas que me sacan de quicio:

  • el prerequisito de actualizaciones constantes, o te comes cero alcance (cada vez más común, en redes),

  • la simplificación de contenido (y cierto tufillo de éxito profesional metido con calzador)

  • y el tipo de red social (muy seria, rígida)

Pero esto es cosa mía, por lo que no venía aquí a llorar de mis gustos y disgustos, sino a plantear una panorámica más general.

No es una crítica, la verdad, solo es la excusa para comentar algo que siempre damos por sentado (o se nos olvida). Hay redes que son para ti, otras que no, y el mundo sigue girando.