Me he hecho un currículo, aunque currículo a mí me suena mal; y también creo que no es un currículo, sino una identidad digital, pero bueno.

Ah, que tú no lo sabes, claro: te cuento.

Tras un breve parón como copy y content writer, el año pasado decidí volver a acoger proyectos de redacción especializada —lo siento, sé que me habéis contactado algunas agencias para otros tipos de contenido que, hoy día, ya no trabajo— y descubrí que tenía cuatro CV (es la última vez que escribo currículo…).

No es que yo sea Homer J. Simpson tampoco, pero sí he trabajado en campañas de inbound marketing, como copywriter, como content, gestionando CMS, con BBDD, y… con muchos perros, y gatos, y centros caninos, y protectoras. En definitiva, que es algo que viene de lejos (ya hablé aquí de multidisciplinariedad) y que a ver cómo lo encajas todo eso en un… papel. Cuando me contactaron de Coco y Maya y de un par de marcas que no me dejan desvelar, lo cierto es que les bastó con las webs, los proyectos, lo que se ve de mí en Internet.

Lo que ocurre es que, cuando he decidido que quería ir un paso más allá, y buscar nuevas oportunidades, el papel se ha hecho necesario.

Reflejar, no detallar (vamos, el típico show, not tell)

Lo que pasa es que, cuando pensaba en ese papel, me di cuenta de que yo no he hecho una entrevista de trabajo en quince años, casi, casi. He hecho muchas meets, reuniones, charlas, llamadas, propuestas… pero, por ahora, pocas entrevistas. Vamos, que como suele ser habitual, me caí del guindo, y vi que lo que yo necesitaba era algo que reflejase, no un batiburrillo de hojas grapadas que detallasen.

Así que estas dos semanas de enero, me he cargado de paciencia (y he rasgado unas cuantas hojas) para reducir a un folio (en realidad, un PDF, pero ya me entiendes) que, para mí, representa más de quince años de «curro». A ver qué opináis vosotros. También he aprendido unos cuantos extras, y me gustaría compartirlos contigo. Ya te aviso que no son los consejos típicos de RRHH (porque de eso, ni papa). Ojalá te sirvan.

Lo que he aprendido rehaciendo el CV

  1. Es un medio, no un fin. ¿Para qué quieres agregar un montón de cursos e incluso másteres (por ego) si no aportan nada a tu interlocutor?
  2. Tiene que entrar por la vista, y ser coherente. Se me hacía impensable presentar mi trabajo (redactor especialista) con una foto: necesitaba una ilustración (he usado esta, por cierto) que uniese la escritura, la creatividad y a los animales.
  3. Misión, visión y valores. Incluir el «acerca de» se me hace imprescindible para señalar con quién, por qué y cómo trabajas.
  4. La formación es básica, pero llega un momento en el que la experiencia (demostrable) y el recorrido profesional tienen más valor. Supongo que es un contratiempo obvio en un mundo anclado en la titulitis.
  5. Reserva un espacio para lo importante: en mi caso, he reservado lo imprescindible (vale, mínimo) para los idiomas y mucho para mis aptitudes principales: aquellas por las cuales han confiado y confían en mí.
  6. No mientas. Y seguro que este es un consejo nefasto, pero ¿te vale la pena afirmar que tienes un B2 o un C1 si no lo tienes? En mi caso, las terceras lenguas no son mi punto fuerte (soy bueno redactando, y creando contenido: en castellano, en catalán) y me defiendo con el inglés (escrito, hablado) y el francés (escrito). Eso es todo. Mentir solo te meterá en jardines en los que no necesitas entrar.
  7. Te voy a confesar algo: no sé cómo abreviar el punto siete para hacerlo inteligible. Diría que es un fíate (un poco) de tu instinto: yo no imagino ese papel sin mi canal de YouTube o sin enlaces que permitan ampliar información, si se ve necesario.
  8. Pide retroalimentación (feedback), así que si alguien se anima por aquí también, toda opinión constructiva es siempre bienvenida.

¡Feliz año y muchos éxitos!

J.